La economía de Jesús
“Vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme” le dice Jesús al hombre rico en una de sus parábolas más conocidas.
En el Nuevo Testamento, el dinero se menciona en 37 ocasiones, en tanto que el “oro” es mencionado en 38 citas, la “plata” en 20 y el “cobre” en cuatro. La palabra “moneda” aparece ocho veces, “bolsa” y “denarios” –la moneda romana– se mencionan media docena de ocasiones cada una para un total de 119 referencias de divisas.
Una mujer llamada María toma un frasco de perfume costoso y unge los pies de Jesús. Ella seca sus pies con sus cabellos, una irresistible imagen para artistas y dramaturgos. Judas Iscariote se opuso a esta acción. “¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres?”, pregunta Judas.
Aunque 300 denarios era el salario anual de un trabajador, Jesús le dijo a Judas que la dejara en paz, y anunciando su destino, dijo que la unción sería útil para su sepultura, y además, “a los pobres siempre los tendréis con vosotros” –pero Jesús no siempre estaría allí.
El denario es una moneda romana de plata que se acuñó durante un largo período de la historia de Roma, entre el 268 antes de Cristo y el siglo IV. Al día de hoy, 300 denarios en colones serían ₡1.164.00 colones
Un ministerio de bajo presupuesto
Lo que ese pasaje deja en claro es que la comunidad de Jesús tenía una bolsa común porque necesitaban dinero para sobrevivir.
Entonces, ¿cuánto? “Me imagino que el ministerio funcionaba a nivel de subsistencia”, el rabino Joshua Garroway, profesor de Cristianismo primitivo y la Segunda comunidad en el Hebrew Union College en Los Ángeles.
Jesús y sus discípulos caminaban, vestían lo que tenían, dormían al aire libre o se hospedaban en casas de sus amigos. Comían lo que pescaban o lo que otros les compartían.
“Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él, y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana mujer de Chuza intendente de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes”.
Así que, según Lucas, las mujeres que Jesús había sanado, a su vez, le proveyeron de sus “bienes”, y de ellas María Magdalena y Juana llaman nuestra atención… una debido a su esposo, y la otra, por su importancia en la historia de Jesús.
Juana era una mujer de clase alta, casada con un hombre que era inteligente y suficientemente capaz para encargarse del complicado hogar de Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande, el violento y ambicioso jefe de Judea.
Como parte de este volátil pero poderoso hogar, Juana estaría en una posición única para ayudar a Jesús con sus recursos, ya que ambos eran adinerados y tenían conexiones con el palacio. Ella se ocupa de él durante su vida, y los Evangelios nos dicen que, después de su
muerte, ella fue una de las tres mujeres que fueron a su tumba y la encontraron vacía.
Esa mañana estaba junto a ella María Magdalena, a quien también se le identificaba –entre otras cosas– como una proveedora financiera de Jesús. María probablemente venía de la próspera ciudad de Magdala, en el Mar de Galilea. Como el hogar de una próspera industria pesquera, así como también trabajos con tintes y textiles, María podría haber venido de una familia acomodada… o haber sido una exitosa mujer de negocios.
Junto con estas mujeres, hombres como José de Arimatea y Nicodemo, ambos hombres de mucha importancia y riqueza, pueden haber intervenido para ayudar a financiar el ministerio de Jesús.
Los Evangelios revelan que estos dos hombres eran ricos y que apoyaron a Jesús… de hecho, fue José quien bajó a Jesús de la cruz el Viernes Santo, quien ungió su cuerpo con la ayuda de Nicodemo, y quien lo colocó en el sepulcro que José había preparado para él mismo.
Después de la resurrección, en ese primer Domingo de Pascua, el movimiento que inició Jesús creció exponencialmente, y la relación de la iglesia con el dinero creció de manera más complicada puesto que las necesidades crecieron.
En resumen, Jesús dependía del día a día y de la buena voluntad de las personas.